En la fosa común del cementerio de Sipán se conservan los restos de cuatro de las 14 víctimas de la masacre que tuvo lugar en la pequeña pedanía de Los Molinos de Sipán el 25 de marzo de 1938, en plena ofensiva rebelde sobre el Alto Aragón. Según testimonios orales, el detonante de la masacre podría haber sido el descubrimiento de que en el lugar había permanecido oculto un sacerdote al principio de la guerra. En los sucesos fueron abatidas 14 de las 17 personas que se hallaban en el lugar, literalmente cazadas a tiros por las calles y campos del lugar. Entre las víctimas se contaron varios menores de edad. Hoy en día una lápida conmemorativa recuerda en el cementerio a Hilaria Lafarga de Arnal y sus hijos Jesús, José y María Arnal Lafarga, de 37, 32 y 24 años de edad respectivamente.

Otras víctimas de la represión ejercida por los republicanos: Indicar que en agosto de 1936 ya había sido asesinado el sacerdote Nicolás de Nor Tosar, familiar de varias de las víctimas de la masacre y el mismo cura que habría sido escondido al principio de la guerra. Unas semanas antes que él también había sido asesinado por los republicanos en Los Molinos de Sipán el vecino de La Almunia del Romeral Hilario Buil Alvaro.