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DARA - Sijena virtual


Archivo Real


Desde su creación en 1188, el monasterio sajuanista de Santa María de Sijena tuvo un vínculo muy estrecho con la casa real de Aragón. Su fundadora era parte de la familia real, esposa y madre de reyes; el rey Pedro II lo escogió como lugar de descanso eterno. La proximidad con la fundación monástica explica que Jaime el Conquistador lo escogiese para guardar uno de los tesoros más preciados de la monarquía: el archivo.

Durante el siglo XIII, los documentos del rey se repartían por varias instituciones eclesiásticas de la Corona de Aragón: la casa de San Juan de Jerusalén de Barcelona, la encomienda del Temple de Zaragoza, el monasterio de San Juan de la Peña... Sin lugar a dudas, el depósito más importante era el de Sijena. Allí estaban, por ejemplo, las escrituras relativas a la diplomacia con Navarra y Castilla, las disposiciones testamentarias de Jaime el Conquistador y los documentos que afectaban al reino de Aragón.

Las prioresas de Sijena custodiaron el archivo con especial celo. Únicamente permitían consultar, copiar o extraer los documentos si el rey se lo ordenaba expresamente y hacían anotar en un Registro las escrituras que entraban o salían del fondo. Lo mismo sucedía con otros símbolos del poder real, como la corona y las insignias reales, que también se conservaban en el monssterio.

El rey Jaime II (1291-1327) emprendió una política de centralización de todos los documentos de la monarquía en un único lugar: el Archivo de la Corona de Aragón. Dentro de esa estrategia, en 1308 mandó a las monjas de Sijena que enviasen a Barcelona todas las escrituras regias.

Bibliografía



 

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